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En el reino de la superficción: una plática con el equipo de la película Fauna

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La película Fauna, el nuevo juguete cinematográfico de Nicolás Pereda, desata una serie de elementos lúdicos para explorar el acto y la responsabilidad de contar historias: Paco (Francisco Barreiro), un actor, visita un pequeño pueblo para conocer a la familia de su novia Luisa (Luisa Pardo), también actriz. Entre enredos por la falta de cigarros, la incómoda fascinación del suegro (José Rodríguez) por el papel de Paco en la serie Narcos y Luisa ensayando con su mamá (Teresa Sánchez) para una audición, su hermano Gabino (Lázaro Gabino Rodríguez) lee una novela de misterio que, de pronto, empezamos a ver con el mismo elenco.

El cine que Pereda ha realizado durante ya más de una década junto al colectivo teatral Lagartijas tiradas al Sol (formado, entre otrxs, por Rodríguez, Pardo, Barreiro y Mariana Villegas) casi siempre presenta elementos de juego, pero en Fauna son el motor principal y dan paso a la comedia. De acuerdo con el director, la idea detrás de esta película era proponer una estructura dividida en dos parecida a la de Los mejores temas –una de sus cintas anteriores–, pero que en su segundo segmento explorara un tono opuesto al del primero, que empezara con una actuación realista y que en la segunda parte buscara las posibilidades de la ficción.

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En Fauna, película de Nicolás Pereda, los personajes no solo se llaman igual que los actores y actrices, sino que viven situaciones similares que sus intérpretes.

“Como que en Los mejores temas buscábamos las posibilidades de la ficción dentro del documental y acá buscábamos las posibilidades de la ficción dentro de una actuación subida de tono. Y no sólo de la actuación, sino también el vestuario, las pelucas, los cigarros falsos y esas cosas; elementos totalmente de un universo impostado o de… ‘superficción’”.

La “superficción”, un universo de historias que hacen eco entre sí, se desborda en Fauna no sólo porque los personajes se llaman igual que los actores y actrices (incluso, igual que personajes que han interpretado antes en el cine de Pereda), sino porque viven situaciones similares: Francisco Barreiro de verdad interpretó a Francisco Arellano Félix en Narcos: México, como le pasa a Paco, su personaje.

Sobre este vínculo con su vida profesional, Barreiro admite que no fue nada fácil. «Fue un rodaje que en realidad no disfruté, por esta mirada que tenía encima, de alguien que me conoce tanto, y por esta inseguridad con la que yo iba en ese momento y, bueno, todavía voy [risas]. Entonces, el reto fue entrarle a este juego, actuar lo mejor posible y entrarle a esta crítica, a esta reflexión que me ha generado Fauna a partir de hace tres años que la hicimos. Ver qué estoy aportando desde mi trinchera, qué es lo que estoy ‘representando’ y cuál es mi responsabilidad respecto a lo que yo hago con mi trabajo como actor”. 

Para el actor, a quien pronto veremos también en El norte sobre el vacío –cinta mexicana que se presentó recientemente en el festival de Berlín–, Fauna fue un proceso intenso y hasta doloroso en algún momento, aunque afirma que ya la piensa desde otro lugar. “Sobre todo, es un proceso que agradezco mucho porque fue muy enriquecedor personal y artísticamente. Me puso en un lugar, con los pies en la tierra, y eso es algo que a mí me hacía mucha falta”.

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Luisa Pardo (izq. )y Teresa Sánchez (der.) en Fauna, película de Nicolás Pereda.

Los cuentos de la violencia

Sin ser el tema principal, en la película acecha el peso del narcotráfico, sobre todo, de cómo nos lo contamos: la serie en la que sale Paco, el libro de Gabino y la mención que Luisa hace sobre una desaparición forzada son elementos que se arrastran, como sombras, entre una historia y otra como artificio narrativo y a manera de cuestionamiento a las formas predominantes de representación de la violencia en el mundo audiovisual.

A pregunta expresa sobre si consideran posible un cambio próximo en estas representaciones, Teresa Hernández es directa: Yo no lo creo. No. Desgraciadamente, creo que no”. Barreiro se suma: “Yo creo que sí, pero para mal; para peor. Siento que, no sé… ahorita vemos El infierno [de Luis Estrada, 2010] y ya está de risa, ¿no? Como que se vuelven ingenuas; las películas cada tanto van perdiendo, tienen su tiempo. Lo que me preocupa es que hagan ‘ficciones’ sobre cosas mucho más delicadas, que eso es lo que se está viendo mucho. De pronto hay series que tocan temas mucho más específicos (feminicidios, genocidios…). Siento que, a lo mejor, el cambio es para peor”.

Luisa Pardo añade: “Algo que la pandemia potenció fue cierta apertura de medios, y también evidenció que hay mucha gente muy organizada que está construyendo formas de representación que no tienen que ver con las formas hegemónicas; que están lejos de estos centros urbanos y que ya ni siquiera les interesa aparecer en estos medios principales e importantes […]. Hay algo que se ha ido construyendo en los últimos años en México, una organización política y social que está creando formas de representación propias y que está respondiendo y haciendo a un lado a estos medios hegemónicos”.

Además de la serie Narcos, El infierno (con la que comparte locaciones) y trabajos anteriores de Pereda, es posible identificar puentes que invitan a relacionar Fauna con otras obras como Sonata de otoño, de Bergman (1978) o la novela Fauna / Desplazamientos, de Mario Levrero.

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Fauna, película de Nicolás Pereda.

Sobre cómo se integran estas referencias en el guion, Pereda afirma que fue un proceso aleatorio. «Son cosas que van apareciendo mientras estoy escribiendo, que en ese momento no sabía cómo iban a influenciar lo que estaba haciendo […]. Y después, encontrar vínculos; cómo encaja todo eso. Es un proceso como de collage, de ir mezclando cosas y creo que de alguna manera casi todos estos distintos elementos apuntan hacia el universo de la representación, de la actuación y qué significa representar”.

Vivir inacabado

Teresa Sánchez, por su parte, elige desmarcarse de la palabra “actriz” como definición de su trabajo. Nominada a dos premios Arieles –uno de ellos por la aclamada cinta La camarista–, Yo creo que es por conceptos sociales ya preestablecidos [que aompañan el concepto de atcuación], que no me considero actriz. Porque siento que es algo que ya está determinado, y a mí me gustaría seguir inacabada infinitamente”.

Podríamos enlazar esa frase, también, a cómo las líneas narrativas de Fauna contienen, en lugar de un final, el inicio de otra, como una cadena potencialmente infinita de ficciones.

“La manera en que usamos la narrativa en Fauna no es para que uno la vaya siguiendo», explica el director, «sino que es una narrativa totalmente atropellada y atravesada por muchas cosas. Entonces, muy pronto te das cuenta de que no es que uno esté siguiendo una narrativa. ‘¿Y qué le va a pasar al pobre novio que ha sido humillado por el suegro?’ Eso se te olvida y pasas a lo siguiente. La narrativa no se vuelve el ancla de la cuestión formal, sino que es una idea formal más. Es decir, la narrativa es como una peluca, como los movimientos, no es necesariamente el ancla de todo lo demás. Y todos estos elementos formales ayudan por lo menos a poder poner ciertos temas sobre la mesa para reflexionar. Y quizá la narrativa ayuda a ponerlo de una manera un poquito más clara, más concreta, porque el cine experimental suele ser mucho más ambiguo».

Fauna, película de Nicolás Pereda

De acuerdo con el cineasta la película se ubicaría entre dos lugares radicalmente distintos: el llamado «cine experimental» y el cine de ficción. «Nosotros navegamos entre ambas. Hay cierto universo que parece que no pertenece al cine experimental, sus cánones suelen estar en un lugar muy lejano a esto, pero también los cánones del cine de ficción suelen estar lejanos. Es un punto intermedio”.

Al revestir ese punto indefinido de experimentación como una imaginativa comedia, que concentra las inquietudes de este grupo de artistas, a la vez que abre nuevos horizontes para su trabajo, Fauna podría significar la mejor puerta de entrada para las audiencias que quieran acercarse por primera vez al cine de Pereda y al trabajo teatral de Lagartijas tiradas al Sol.

Para esos nuevos públicos, Pereda desea que hallen aquí una suerte de libertad: “Lo lúdico, las posibilidades, una cosa muy de juego. Una película que al mismo tiempo puede ser experimental y medio densa, pero a la vez llena de juegos y entretenida”.

“Ese juego entre el ir y venir», añade Luisa, «entre ser persona y ser personaje, es algo que a mí me gusta compartir a partir de lo que hacemos”.

La película Fauna estrenó en México el pasado 23 de junio, de la mano de Interior XIII.

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