La protagonista de la elogiada película Retrato de una mujer en llamas (2019) lanzó duras palabras en contra de la industria cinematográfica francesa. En una carta abierta publicada en la revista Télérama, Adèle Haenel critica la impunidad que diversos agresores sexuales gozan en el cine francés, así como la indiferencia total hacia las víctimas que alzaron la voz como parte del movimiento #MeToo. Aquí los detalles.
¿Qué dice la carta con la que Adèle Haenel critica al cine francés?
La carta menciona a Gerard Depardieu, Roman Polanski y a Dominique Boutonnat. El primero sigue activo a pesar de tener cargos por violación y múltiples acusaciones de violencia sexual; de hecho, en 2022 se estrenó Las persianas verdes, donde es protagonista. Por su parte, Polanski (El bebé de Rosemary) se declaró culpable de abuso infantil en 1977, pero antes de la sentencia se mudó a Francia, donde reside desde entonces. Y, Boutonnat tiene una acusación en su contra por asalto sexual, pero fue reelegido como presidente del National Film Board.
“Mientras tanto, todos se unen para salvar la imagen de Depardieu, Polanski y Boutonnat. Los pone nerviosos y los incomoda que las víctimas hagan demasiado ruido; preferirían que continuáramos desapareciendo y muriendo en silencio. Están listos para hacer lo que sea para defender a sus jefes violadores, aquellos que son tan ricos que creen que pertenecen a una especie superior, aquellos que demuestran esta superioridad… objetificando a mujeres y subordinados.
En un contexto de movimiento social histórico, esperamos a ver si las grandes figuras de la industria fílmica esperan -como los patrocinadores de la industria de lujo- fuerzas policiales para asegurar que todo ocurra como de costumbre en la alfombra roja del Festival de Cine de Cannes”.
Adèle Haenel se retiró de la industria cinematográfica tras acusar al director francés, Christophe Ruggia, de haberla acosado sexualmente por años comenzando cuando ella tenía 12. En la carta reafirma su retiro como un acto político.
“He decidido politizar mi retirada de la industria fílmica para denunciar su complacencia generalizada a agresores sexuales.
No tengo otra arma más que mi cuerpo y mi integridad. Cultura de la cancelación en un sentido primario: tú tienes el dinero, la fuerza y el dinero, disfrutas de ello, pero no me tendrán a mí como espectadora. Te cancelo de mi mundo. Me retiro, me voy de huelga, me uno a mis camaradas, cuya búsqueda de significado y dignidad pesa más que el dinero y el poder”.
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