El realizador mexicano Alejandro G. Iñárritu lleva varias semanas acaparando los micrófonos desde que comenzara la corrida en festivales de su más reciente largometraje Bardo, Falsa crónica de unas cuantas verdades, cobijado por Netflix. Hasta ahora, la opinión de la crítica especializada ha sido muy dividida, y el cineasta ha tenido que dar la cara constantemente para defender su visión (e incluso señalar cierto racismo por parte de sus detractores). Sin duda, Iñárritu piensa que su última película ejemplifica ese tipo de cine que —a su parecer— ya es difícil consumir en la actualidad y donde el contenido logra dominar sobre la forma.
El pasado fin de semana, Bardo se proyectó como parte del Festival de Cine de Londres e Iñárritu tuvo ocasión de hablar sobre su cine y su extensa trayectoria fílmica en el marco del evento. De acuerdo a Variety, uno de los comentarios del mexicano estuvo destinado a señalar cuán importante para él es que las películas tengan algo que decir y sepan como hacerlo, independientemente de lo visualmente bellas que sean. Sin embargo, el director cree que en la actualidad hay muchos casos en los que el estilo se pone por encima de la sustancia.
«No me importa la calidad de las cosas», aclaró. «Cuando veo a jóvenes cineastas, estoy muy conectado con la forma en que se expresan. Hoy en día, muchas cosas se ven hermosas pero falta alma«.
El ganador del Óscar asimismo opinó que la preferencia del público por títulos llamativos y fáciles de digerir en cartelera vuelven complicado que una película «demandante» como su 21 gramos (2003) pueda producirse en los tiempos actuales.
«No sé si hubiéramos podido hacer esa película hoy porque el público estaría muy irritado», aseveró. «La gente necesita ser alimentada de la mano mucho más».
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La cinta 21 gramos fue la segunda de la «Trilogía de la Muerte», compuesta también por Amores perros (2000) y Babel (2006), teniendo todas en común el desglose de varias líneas argumentales interconectadas. Posteriormente, Iñárritu decidió incursionar en historias con una sola línea narrativa, lo cual le daba «miedo», según confesó en Londres, aunque finalmente ese rumbo novedoso dio lugar a películas galardonadas como Biutiful (2010) y Birdman (2014).
Bardo también pone énfasis en un único protagonista; en este caso, un documentalista mexicano que tras 20 años de ausencia, vuelve a su país natal y emprende un viaje surrealista, lleno de absurdos y escenarios oníricos. Iñárritu y la misma campaña publicitaria de Netflix han descrito la película como «un estado mental».
«Puse todo lo que tengo en Bardo«, recalcó el director. «No tengo nada más que dar en este momento. Lo di todo, de corazón, de alma, de atención… No quería hacer [Bardo], necesitaba hacerla».
La cinta estrenará el 27 de octubre en cines de México y el 16 de diciembre en la plataforma de Netflix.
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