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Realismo mágico en Rotterdam: La película mexicana Antes que lleguen los zopilotes estrena en el festival europeo

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Pegada en su habitación, siempre a la vista, hay una postal que años atrás el director mexicano Jonás N. Díaz recibió como regalo. En ella, un anciano a la intemperie alza la mirada, mientras una bandada de aves surca el cielo sobre su cabeza. Se trata de una reproducción de El señor de los pájaros, imagen capturada por Graciela Iturbide a mediados de la década de los 80, después de que la galardonada fotógrafa viera aquella misma escena en un sueño premonitorio. Y curiosamente, aunque Jonás desconocía esa anécdota, desde un inicio le fue imposible no atribuirle cierto simbolismo al retrato. Eventualmente lo tomó como inspiración para una película donde, al igual que en la obra de Iturbide, la realidad y la ensoñación se entremezclan: su ópera prima, Antes que lleguen los zopilotes.

Ave de mal agüero

Antes que lleguen los zopilotes, que esta semana estrenó como parte de la selección del Festival Internacional de Cine de Rotterdam 2023, comenzó a gestarse «hace tres, cuatro años», cuenta Jonás N. Díaz en entrevista. Teniendo tras de sí un historial de cortometrajes reconocidos dentro y fuera de México, el director finalmente cedió a la insistente propuesta de su amigo y cinefotógrafo Rigel García de filmar su primer largometraje. La condición autoimpuesta era que el proyecto fuera sencillo, con pocos personajes y locaciones, y sobre esa directriz, Jonás empezó a barajar algunas ideas.

“Pero de ahí me empecé a volar”, nos confiesa el novel cineasta. “Empezó a volverse cada vez más y más complejo. Y ya estando ahí, o sea, una vez que arrancó el tren, ya no había manera de pararlo. Ya estábamos con la emoción de: ‘Vamos a hacer una película a como dé lugar’”.

Deseoso de adentrarse en los terrenos del realismo mágico, el también guionista concibió entonces una ficción influenciada por el autor Juan Rulfo y su antología de cuentos El llano en llamas. Uno de los mayores intereses del realizador era recuperar ese misticismo característico del Boom Latinoamericano.

Tal anhelo congenió sin problema con su fascinación hacia la ya mencionada fotografía de Graciela Iturbide. Dejó volar su imaginación y pronto las aves ahí representadas se convirtieron en fatídicos zopilotes: una presencia invisible en su película, pero palpable mediante el score y el diseño sonoro, nos asegura Jonás.

«En México tenemos mucho este tema del mal augurio, del mal agüero, de que algo te sigue. Entonces, yo creo que la esencia y la base que tiene esta película es eso, sentir que hay algo acechando constantemente».

Perdido e invisible

Rodeada por este halo de realismo mágico, Antes que lleguen los zopilotes narra la historia de Tuza (María del Carmen Félix), una férrea mujer que por alguna razón es capaz de navegar en el interior de las casas de gente adinerada sobre una lancha de remos sin ser vista; su propósito es «pescar» todos los objetos valiosos que ahí encuentre. Sin embargo, cuando su ayudante Justino (Francisco Pita) muere en un terrible accidente, la protagonista acepta asistir a la viuda Luvina (Tsayamhall Esquivel) en la búsqueda del cadáver para darle cristiana sepultura antes de que los buitres lo devoren.

“Eso es algo que se me hace muy mexicano”, dice el director sobre el temor de que los restos humanos sean profanados. “Hablamos de que la muerte nunca es el final. Entonces, hay una preocupación por salvaguardar el cuerpo, aún cuando la persona ya no está”.

Entre los objetivos de la película, estaba también el de erigir una metáfora sobre contrastes sociales. Una observación de Jonás era que actualmente hay personas foráneas y desfavorecidas que llegan a la Ciudad de México (CDMX) sólo para enfrentarse al desprecio de los citadinos. «Pareciera que son invisibles», señala. En su mística labor de recolectar tesoros, la protagonista irrumpe con facilidad en hogares burgueses justamente porque nadie la ve.

Asimismo, la forma de hablar de Tuza, Justino y Luvina fue otro aspecto importante para el realizador. Él percibe que el lenguaje es lo más rulfiano en su película; palabras que con el tiempo han ido quedando en desuso pero de las que aún es posible intuir su significado.

«Así es mi familia, ¿sabes? Mi familia viene de un pueblo de Toluca y hablan y oyes esas palabras que ya están perdidas, pero que aún así son parte de tus raíces».

Una oda a la Época de Oro

En algún punto de sus más de diez años de trayectoria, Jonás trabajó para TV Azteca en el relanzamiento del histórico Archivo Barbachano; es decir, aquellos cortos informativos que comenzaron a proyectarse antes de las películas en la década de los 40. Así que a través de dichos materiales, el director tuvo un acercamiento muy particular a ese periodo de la industria cinematográfica nacional y no descarta que hayan sido fuente de inspiración para su primer largometraje, que él describe como «una oda a la Época de Oro del cine mexicano». 

Jonás puso especial atención a La cucaracha (1959), pues quería que Tuza tuviera un carácter similar al del personaje interpretado por María Félix en aquel filme de Ismael Rodríguez. Eventualmente, una cosa llevó a la otra, y por sugerencia de uno de los productores, se decidió tocar a la puerta de la actriz televisiva María del Carmen Félix, sobrina-nieta de ‘La Doña’. La sonorense quedó encantada con el guion y tuvo oportunidad de plasmar mucho de ella en el rol protagónico.

«[María del Carmen] es muy entrona con el personaje y se clava y te investiga. Es algo bellísimo ver nacer a una artista de la talla y el talento que tiene ella. Nos dejó a todos boquiabiertos».

La cinta Él (1953) de Luis Buñuel fue otra de las influencias de Antes que lleguen los zopilotes, sobre todo por el entorno y la magia que rodean a su personaje, según platica el cineasta. Por otro lado, las obras de Gabriel Figueroa y Silvestre Revueltas fueron referentes obligados para los departamentos de fotografía y música, respectivamente.

«Lo más importante de considerar esto como una oda a la Época de Oro es que hicimos una película que es como una fábula atemporal muy mexicana, llena de realismo mágico y misterio».

La ciudad en el lago, el lago en la ciudad

La historia de Antes que lleguen los zopilotes sucede esencialmente en una casa, una cabaña y un lago, pero nada de eso se filmó en locación. La apuesta fue construir sets que emularan tales espacios; un trabajo ambicioso y artesanal que Jonás asociaba gustosamente con el cine de la Época de Oro. Sin embargo, a falta de un foro, se optó por recrear esos tres escenarios en una misma casa de la CDMX. Sí, incluido el ambiente de un lago.

«Qué curioso que había un lago en la Ciudad de México. Después construimos una ciudad y ahora tú estás construyendo un lago en la Ciudad de México», dijo alguien al director en algún momento, según nos cuenta.

Aunque la producción salió avante, el lugar demostró no ser el ideal. El sonido de los aviones se filtraba cada cinco minutos por el techo de lámina de la casa, lo que propició que un único tiro de cámara requiriera hasta 23 tomas. Tampoco ayudó que el domicilio se ubicara cerca de algunas de las vialidades más complicadas de la ciudad.

«Estábamos ahí por Viaducto e Insurgentes. Así que imagínate la cantidad de movimiento y de ruido, pero ahí nos tienes, emulando un lago completamente vacío; una cabaña en medio de la nada».

No obstante, aunque su frustración con los aviones fue similar a la de Luvina con los zopilotes, Jonás admite con alegría que esa experiencia unió profundamente a todo el equipo de producción.

«Fue muy bonito darnos esta oportunidad de decir: ‘Bueno, subimos las escaleras y tenemos una cabaña; bajamos las escaleras y tenemos la casa; entramos a un cuarto y tenemos el lago’ Todos los elementos estaban ahí y la casa era muy amplia. Ahí mismo armamos la bodega de arte y los camerinos. Entonces realmente fue una película muy cercana porque estábamos como enclaustrados, haciendo la chamba».

«Muy Rotterdam»

Antes que lleguen los zopilotes consiguió su pase a la 52° edición del Festival Internacional de Cine de Rotterdam (IFFR), después de varios meses de rechazos por parte de otros prestigiosos encuentros de cine independiente, tales como Tribeca y Berlinale. Las constantes negativas avivaron en Jonás una desconfianza hacia el resultado. «Debí haberle bajado dos rayitas a la fábula, a lo rulfiano y al realismo mágico», recuerda haber pensado. Pero más tarde comprendió que era la dosis perfecta para seducir a Países Bajos.

«Algo muy bonito que me dijeron en IMCINE fue: ‘Es que tu película es muy Rotterdam. O sea, en Rotterdam les encantan las óperas primas, el realismo mágico, lo raro, los lenguajes diferentes, lo retro… Tu película es Rotterdam’. Y ya viendo otras películas dije: ‘Pues sí’. Curiosamente, pareciera que estábamos destinados a caer ahí».

Su ópera prima forma parte de la sección Big Screen Competition, la segunda más importante del festival, sólo después de la Tiger Competition. La cinta triunfadora obtendrá un provechoso convenio de distribución en la nación sede.

“La verdad, estando en Rotterdam, ya me siento un ganador. Pero si gana la película, se va a los cines [en Países Bajos]. Entonces también es muy emocionante pensar que nos hayan colocado en esa categoría, que está pensada para películas [con posibilidades de estar] en cines y en streaming”.

Antes que lleguen los zopilotes, de Jonás N. Díaz, tuvo su premiere mundial el pasado lunes 30 de enero, como parte de la selección oficial del IFFR 2023. Por otro lado, se pretende que la película producida por El Artesano Films entre a festivales grandes de nuestro país (FICUNAM, entre ellos) en aras de concretar su estreno mexicano a mediados o a finales del año en curso.

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