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Eo – Crítica de la película nominada al Óscar

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En el cine muchas veces se ha intentado poner al ser humano en los zapatos de algún animal. Por lo general se trata de perros, gatos, o incluso hamsters. Sin embargo, todas esas películas cuentan con un cierto grado de antropomorfismo explícito. Es decir, le otorgan a los animales algún rasgo humano como expresiones, voces (de algún actor famoso), o comportamientos, con la intención de que el espectador empatice con ellos. Este tipo de trucos brillan por su ausencia en la película Eo del director polaco Jerzy Skolimowski. 

Tras la promulgación de una ley que prohíbe el uso de animales en los circos, el burrito llamado Eo es arrancado de su hogar y de su cuidadora. Entonces descubre que su propósito en el mundo es ambiguo. Se sumerge en un viaje existencial que lo lleva a conocer la crueldad del ser humano, y una que otra muestra de bondad. Aprende que existen otros animales, como los caballos o los perros, que reciben un mejor trato de parte de los hombres; pero sobre todo busca la manera de regresar a casa cada vez que, en sus recuerdos, aparece el rostro de su cuidadora.

Según los reportes animales, los burros tienen la capacidad de recordar. Recordar los rostros de quienes los cuidan, de quienes los atienden, e incluso de quienes los maltratan. Precisamente la película de Jerzy Skolimowski utiliza los recuerdos como el catalizador de la acción de la película. Eo es montado en un vehículo que lo lleva a algún lugar en donde será usado como burro de carga. Si bien, tiene alimento y cuidado, los recuerdos de su cuidadora original son los que le impulsan a salirse del cerco y explorar el mundo. 

Eo - Crítica de la película nominada al Óscar

Una de las cualidades más valiosas de la película, es que prescinde casi por completo de los diálogos y las exposiciones comunes. Ya en alguna ocasión su director explicó que estaba aburrido de trabajar con las narrativas convencionales en su cine. Buscaba algo diferente. Por ello contar la experiencia de un burro, desde su propia perspectiva parecía la oportunidad perfecta. En su viaje no se requieren diálogos, ni explicaciones de algún acompañante humano. 

Skolimowski hace uso de todos los elementos cinematográficos para crear lo que formalmente se conoce como cine: expresar algo a través de la imagen. De allí que Eo sea una película que bebe de la corriente expresionista en donde las imágenes, los colores y los sonidos lo componen todo en aras de crear una experiencia sensorial.

Para la cámara no es suficiente que observemos los bosques, las carreteras, o los arroyos por los que deambula Eo. Es importante también que las percibamos del mismo modo que lo haría el asno. Razón de que la fotografía de Michal Dymek, sea el elemento probablemente mayor pulido y conseguido de toda la película.

La fotografía en ocasiones enmarca al animal a través de la amplitud del mundo. Ya sea en grandes campos, en puentes solitarios, o en caminos oscuros de vez en cuando transitados por automóviles a toda velocidad. Pero en sus momentos más inspirados busca contarnos la historia a través de los ojos del animal. Lentes con aperturas distintas, colores, luces acentuadas y encuadres imposibles conforman una experiencia visual bastante impactante, que trata de igualar la percepción del animal.

Eo - Crítica de la película nominada al Óscar

La imagen y las luces también son herramientas narrativas que nos indican los sentimientos de Eo. Acostumbrado a presentarse en un circo, su acto principal era iluminado por luces de color rojo que parpadeaban creando luz y sombras en la silueta de su cuidadora y co estrella Kasandra (Sandra Drzymalska). Justamente el color que aparece en sus recuerdos hacia ella y su motor para buscarla cada que tiene la oportunidad.

La banda sonora de Pawel Mykietyn también acentúa los sentimientos del burro. La música rehuye de las armonías y los sonidos agradables. En cambio son sonidos discordantes, incómodos y tensos los que acompañan el viaje de Eo. Y es que se trata de un viaje hacia lo desconocido, en donde los peligros abundan en cada esquina.

Cada vez que el animal se encuentra en un nuevo lugar la música cambia. Si se trata de la mansión de una caprichosa condesa a punta de explotar (una gran y breve Isabelle Huppert), la música se tratada con elegancia y percusiones en extremo volátiles. Si el animal está en un matadero de mapaches, la música es agraviante y violenta. Cuando cruza la carretera a bordo de un trailer conducido por un joven errante, los sonidos de metal y rock son protagonistas. 

Eo - Crítica de la película nominada al Óscar

Eo es ese tipo de película que invita al espectador a vivir la historia a través de los sentidos. Y el montaje de Agnieszka Glińska es vital para introducirnos en él. En ocasiones los cortes dotan a toda la narrativa de un sentido onírico. En otras no es del todo claro el momento en el que Eo llega a un lugar en específico. Lo anterior es intencionado, ya que es probable que ni el mismo burro sepa cómo llegó a ciertos lugares, porque no entiende los conceptos demográficos del ser humano.

Aunque la película misma no explica los comportamientos del ser humano y nos muestra retazos sin contexto de algunas historias, de todas formas Skolimowski introduce cierta crítica. El hecho de que la mayor parte de las experiencias vividas por Eo sean violentas, no es para crear pornomiseria gratuita, sino para establecer una reflexión y un cuestionamiento sobre las dinámicas de convivencia del hombre con los animales.

En cierto momento Eo observa con cierto recelo como los humanos tratan a los caballos mejor que a él. Pero más tarde se da cuenta que, a pesar de aquel cuidado, también son en cierto modo esclavos, o herramientas estéticas usadas por sus dueños. 

Eo - Crítica de la película nominada al Óscar

En otra secuencia, el burro se encuentra en un bosque rodeado por lobos. Sin importar que pareciera estar en el despoblado, la sorpresa llega más tarde cuando son las miras láser de un grupo de cazadores las que liquidan a los lobos y terminan por asustarle todavía más que los mencionados depredadores del bosque. Incluso existe una secuencia en donde Eo es testigo de que la crueldad del ser humano, también se ejerce entre ellos mismos.

No obstante, su reflexión más grande es la política. Eo es apartado de su hogar debido a una ley que prohíbe el uso de animales en los circos. Algo similar ocurrió en el 2015 en México cuando el Partido Verde se enarboló de haber obtenido la aprobación de una ley del mismo tipo. Muchos animales fueron apartados de sus hogares, pero aquella ley no consideró sus destinos. A la fecha se desconoce el paradero de muchos de aquellos animales y algunos otros fueron rescatados de condiciones precarias que en nada se comparan a las que tenían cuando pertenecían a la familia circense. 

Eo es una película valiosa porque en medio de la ficción y de la poesía cinematográfica, existe un discurso contundente que alza la voz por la vida de los animales. La dedicación final hacia ellos, y las muchas contradicciones de los seres humanos que se muestran, potencian un filme que logra conmover a las audiencias, sin necesidad de dramatismo o de lugares comunes. La generación de la empatía por las causas válidas, sea probablemente el arma más poderosa del cine.

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