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FICM 2022: «En el cine mexicano hay una fijación por contar historias»: Natalia López Gallardo

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En Manto de Gemas, la ópera prima de la directora Natalia López Gallardo –conocida por su amplio trabajo como editora en cintas como Heli o Luz silenciosa– , se expone una realidad incómoda; sabida, pero, a menudo, invisibilizada: que los perpetradores del crimen y las personas comunes conviven en los mismos espacios, establecen relaciones más allá de la violencia, transitan los mismos lugares y que, en ocasiones, son las mismas personas. 

Filmada durante la temporada de sequía en el campo del estado de Morelos, donde la directora ha vivido durante 20 años, la película retoma su nombre de una expresión budista, que afirma que la realidad es como un manto de gemas en donde una se refleja en las demás. Esta evocación caleidoscópica de reflejos guarda una relación conceptual con la obra: una narración coral donde la situación de cada personaje es particular, pero que se parece, en cierta forma, a las de los otros. 

El guion de Natalia López sigue a tres mujeres que coinciden en un mismo pueblo: por un lado, tenemos a Isabel (Nailea Norvind), una mujer blanca y privilegiada que regresa a la casa que le heredó su madre al fallecer, ubicada en un pueblo de Morelos y que enfrenta un divorcio. Por otro lado está María (Antonia Olivares), la trabajadora doméstica de la casa, que busca a su hermana desaparecida. El trío se completa con Roberta (Aída Roa), una policía local que quiere alejar a su hijo del cártel local, mientras observa las relaciones entre la institución judicial y los criminales. 

Con una fotografía deslavada y grisácea, que retrata la aridez particular del centro del país, la película transcurre entre silencios, tomas largas y la sordidez de una anécdota que, más que desenvolverse en un sentido narrativo, se presenta como un collage de un microuniverso en el que todas y todos se involucran en el ciclo de la violencia que azota al lugar y que se instala en la vida del pueblo como una herida colectiva. 

Cercana a la influencia del cine de Carlos Reygadas (incluso en la utilización de no actores), Manto de Gemas ganó el Oso de Plata en la pasada Berlinale y se estrena en México como parte de la competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia

Natalia López Gallardo y el equipo de Manto de Gemas presentaron la película en el FICM 2022.

Natalia López Gallardo, directora de la película Manto de gemas.

Has comentado que hiciste un proceso de síntesis bastante amplio durante la realización, que duró 4 años. ¿Cómo fuiste depurando los elementos, desde el guion hasta la edición, que permitieron llegar a ese tono fragmentado, no necesariamente narrativo, que buscabas para la película?

Realmente, las películas se construyen por capas, las decisiones que vas tomando son las que poco a poco llevan hacia un resultado final que no estaba exactamente decidido al comienzo, el objetivo siempre se va revelando. Obviamente sí hay una fuerza temática, un concepto que te arrastra en todo el proceso y con el que los elementos y la forma final van a corresponder, ahí es donde tendrán coherencia entre sí. Lo que me pasó fue que, en el proceso de investigación, especialmente cuando hablé con la gente, me di cuenta que era una película sobre lo colectivo, que no era una anécdota sobre alguien o que tocara las manifestaciones de alguna violencia particular, sino que era algo abstracto, una herida. 

Al principio pensé que está herida era inaccesible para mí. Cuando vi, por ejemplo, el dolor de la madre de una persona desaparecida, me dio vergüenza aproximarme a un tema de esa magnitud. Después me di cuenta que la realidad mexicana, la realidad de los que vivimos en este territorio, es bastante compleja, enclavada en cuestiones antropológicas, espirituales, económicas y políticas. El darme cuenta que el tema que buscaba era abstracto, me hizo construir una película en torno a las atmósferas y los elementos del lenguaje cinematográfico, en la forma. Creo que el cine tiene que ir mucho más allá de contar hechos o construir una historia; tiene que constituirse en una experiencia, una que se vive con el cuerpo.

Has mencionado que la narración es solamente uno más de los elementos que constituyen a la obra cinematográfica. ¿Qué elementos fueron indispensables, funcionales o útiles para transmitir esta vida psicológica de la violencia? ¿Cómo plasmaste lo abstracto con lo material?

Creo que si nos relacionamos con la realidad como si las cosas tuvieran un significado particular, la limitamos a un símbolo, a un concepto, cuando la realidad está indeterminada. Las cosas que se presentan ante nosotros no tienen un significado claro, así que hay que respetar eso y enfrentarse ante las situaciones, ante los humanos, o ante los lugares y los objetos sabiendo que lo que ves no tiene un significado intrínseco. Más con un problema tan complejo como este, donde tienes que bajar la cabeza y darte cuenta que es más vasto de lo que puedes decir sobre él. 

Les di mucha importancia a todos los elementos, tanto al actor que está manifestándose en frente de la cámara, como al movimiento de la cámara, la luz, al diálogo o al sonido. Creo que es parecido a una partitura, donde están todas las notas, pero hay un momento en el que ciertos instrumentos sobresalen y otros se quedan atrás.

Aída Roa interpreta a una comandante de policía en Manto de gemas, de Natalia López Gallardo.

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En otras declaraciones has dicho que consideras al cine más como una experiencia que como una herramienta. ¿Crees que el cine mexicano ha puesto más acento en la condición del cine como herramienta?

Pienso que efectivamente existe un desvío de la potencialidad del arte cinematográfico. Creo que hay una fijación por el argumento, por contar una historia; la literatura es la indicada para eso, pues toma la palabra, que tiene un significado, para crear una imagen. En cambio, el cine toma la materia, que no tiene significado y ya tiene una forma, como un humano, un objeto o un árbol, para crear una idea, una experiencia, más que contar una historia. 

Es también un síntoma del sistema en que vivimos, el capitalismo consumista. Este sistema toma cualquier expresión y la convierte en un producto de entretenimiento, aunque en una definición vaga de lo que es eso; el mismo producto puede gustarle a mi abuela de 84 y a mi hijo de 14. Eso habla de una estandarización en las manifestaciones audiovisuales que atraviesa la época que vivimos, donde los ejercicios masivos de comunicación no necesariamente significan tener contacto y dirigen hacia una especie de ansiedad para saber qué va a pasar, ya sabiendo de antemano más o menos qué es lo que va a pasar, además. Creo que sí estamos sumidos en un ejercicio mucho más pobre. Hoy se ven las películas con la cabeza, olvidando que es el cuerpo el que vive la experiencia. 

Con esta obra ganaste el Oso de Plata en la pasada Berlinale. En varias ocasiones vemos casos de películas premiadas por públicos europeos, que llegan a México y son vistas de otra manera. ¿Cuáles consideras que son algunos factores que inciden en este fenómeno, en el que se observan diferencias en la movilización de públicos de una región a otra?

Es difícil para un país de cosmogonía netamente occidental, traducir la realidad mexicana como la traducimos los mexicanos, que tenemos una cosmogonía que también es indígena; nuestra realidad compleja se compone de ambas. Por eso tengo tantas ganas de compartir Manto de gemas con el público mexicano, porque obviamente se va a leer diferente; existen contradicciones y ambigüedades que son innatas a nuestra realidad en México. Aquí nada es lo que parece, todo tiene más significados, siempre hay que mirar las cosas dos veces. Para un europeo, que tiene una mentalidad solamente occidental, es difícil traducir una realidad así. México es un país muy complejo, igual que la tragedia a la que trato de acercarme aquí, así que se vive la experiencia de distinta manera aquí y afuera. 

Nailea Norvind en Manto de gemas, de Natalia López Gallardo.

¿Cuál es la lectura que te gustaría observar en el público mexicano? ¿Qué conversación crees que detone Manto de Gemas?

Pienso que no hay un “público”, una “entidad” llamada así, por decirlo de alguna forma. Creo que lo que hay son humanos, cada uno con una subjetividad particular. Lo magnífico de una película es que tiene una naturaleza abierta, que es como una vasija que se va a llenar con la subjetividad de muchas personas diferentes. Entonces, no espero más que cada quien pueda poner su subjetividad dentro de la película; quizás no es una obra que vaya a “llevar de la mano” a nadie, pero estoy segura que va a lograr darle una experiencia cinematográfica. 

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