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Óscar 2023 – Close: ¿por qué es importante retratar la ternura entre hombres?

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Close, la película que representa a Bélgica en las nominaciones al Óscar 2023, comienza con el retrato de un paraíso. Dos niños, Leo y Remi, juegan y corren libremente por un campo de flores. Son mejores amigos y su verano juntos es el Edén. Ninguno de los dos le teme a ser tierno con el otro: duermen juntos, se abrazan, se susurran, se contemplan. Tanta cercanía, emocional y física, les es natural, puesto que viven y se ven como hermanos. Pero esto cambia cuando entran a la escuela y se enfrentan a los códigos silenciosos de un mundo en el que la intimidad entre hombres tiende a despertar todo tipo de señalamientos y etiquetas. Ahí empiezan los ritos de paso masculinos que suelen conducir a la soledad, surge la vergüenza que crea distancia. La expulsión del paraíso será cruel, la pradera idílica desaparecerá y habrá consecuencias devastadoras.

Esta película de Lukas Dhont fue una de las ganadoras en el Festival de Cannes en 2022. Se llevó en Grand Prix –considerado una especie de segundo lugar, después de la Palma de Oro– y desde entonces a su director se le ha colocado ya en un selecto grupo de cineastas contemporáneos capaces de retratar las complejidades de la juventud y la niñez. Se ha elogiado su don para contar procesos emocionales con actores jóvenes y novatos, quienes generalmente viven con él su primera experiencia en un set de filmación. En su ópera prima, Girl, que también llegó a Cannes y se llevó la Cámara de Oro, sigue a una adolescente trans que entrena para convertirse en bailarina de ballet. En ella trabajó con el joven Victor Polster, un bailarín de 14 años sin experiencia cinematográfica que también se fue de Cannes con el premio a Mejor actor en la sección Una Cierta Mirada.

Desde sus inicios como cineasta, a Dhont le han inquietado los misterios de crecer y la perspectiva de quienes lo experimentan. Quizá porque él mismo ha confesado haber encontrado en el cine la cura para las soledades de su adolescencia (quería ser bailarín, pero un suceso escolar en el que se sintió señalado lo marcó para siempre y lo alejó de la danza). En el caso de Close trabajó de cerca con dos primeros actores adolescentes, Eden Dambrine (Leo) y Gustav De Waele (Remi), cuyos personajes ilustran cómo es que los niños de su edad comienzan a desconectarse del lenguaje de la ternura, la suavidad y la intimidad en un mundo que no les da espacio para cultivarlas. Una sociedad que, de acuerdo con el cineasta, suele pensar y representar a la masculinidad desde los estereotipos.

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Eden Dambrine (Leo) en Close.

En la película complejizas y exploras los matices emocionales de la vida de estos adolescentes. ¿Cuáles son las primeras decisiones que tomaste durante el proceso de escritura?

Lukas Dhont: Al ser la segunda película, queríamos que, de alguna forma, fuera una pieza que dialogara con la primera, que fue, entre muchas cosas, una historia sobre la feminidad. Y creo que esta película es sobre la masculinidad. Y también hubo esta reflexión de que generalmente hemos filmado más a los hombres peleando entre ellos que a los hombres que se sostienen uno al otro. Así que supongo que había este deseo de ver en pantalla a la intimidad en el universo masculino.

Reflexioné sobre las amistades que yo tuve de chico con otros niños. Recodé ese momento en que el miedo empezó a convertirse en parte de esas relaciones durante la pubertad, puesto que la intimidad no es algo que se represente mucho cuando se trata de hombres. Ya sabes, usualmente le decimos a los chicos que el lugar para encontrar intimidad es el sexo, y no en sus amistades. Y siento que las mujeres han hecho un mejor trabajo a la hora de estar la una para la otra, de construir intimidad entre ellas, pero porque a ellas se les ha dado ese espacio para hacerlo. Después de reflexionar y de preguntarme estas cosas, y también quizá a partir de este deseo político, es que surgió esta historia desde un prisma muy personal. Una historia sobre esta amistad joven y sobre cómo vivimos en un mundo que separa a los jovencitos.

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Gustav De Waele (Remi) y Eden Dambrine (Leo) en Close.

En la película, Leo y Remi se convierten en dos lados de una misma moneda. ¿Cómo preparaste a estos dos actores jóvenes para la filmación?

Bueno, creo que tiene que ver con no subestimar la inteligencia de los actores jóvenes. Creo que hay mucho que podemos aprender de escuchar a chicos de 13 años. Cuando realmente los escuchas hay una suerte de radicalismo puro en las cosas que dicen y que como adultos hemos perdido. Están aún muy conectados con su corazón. No dicen las cosas porque crean que es lo que se espera de ellos o para ser aceptados. Las dicen porque así las sienten. Así que cuando conocí a Eden y a Gustav, y sentimos la química entre ellos, les di a leer el guion y tuvimos una conversación muy abierta. ¿Sabes? Están en esa edad frágil; son jóvenes que están creciendo en este mundo. Son confrontados por la pérdida todo el tiempo y creo que esa plática que tuvimos formó lo que al final es la película. Solo leyeron una vez el guion porque quería evitar que sintieran que debían copiar un texto. Eso ya lo tienen que estar haciendo todo el tiempo en la escuela y de cierta forma limita mucho su imaginación. Yo quería convertirlos en colaboradores creativos.

En los siguientes seis meses de preparación hice mucho énfasis en que encontraran la comodidad y la confianza para ser los detectives de sus propios roles. De vez en cuando les preguntaba, de forma casual, por qué creían que su personaje había reaccionado de una u otra forma. No les daba la respuesta sino que dejaba que ellos dieran la suya. Y creo que así es como se volvieron muy activos en el proceso. Así pueden tener la sensación de que son coautores. Si ellos entienden lo que estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo, el proceso se vuelve mucho más sencillo.

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Close, del cineasta belga Lukas Dhont.

¿Crees que no existe una sola visión de lo que es la masculinidad?

Claro, creo en eso firmemente. Pero creo que también vivimos en un mundo en donde la masculinidad y la virilidad suelen verse como si fueran la misma cosa. Pero claro, creo que la masculinidad es una colección de cosas, y la hemos estado representando de forma muy unidimensional en la noticias y en el arte. Hay un estereotipo masculino, que tiene que ver con no conectar y con no expresarte. Y eso ha creado mucha soledad, me parece. Creo que esta película es sobre eso y sobre la tristeza que se genera. En los primeros 15 minutos de la película estamos en el Jardín del Edén, en donde el amor no tiene nombres ni etiquetas. Todos hemos experimentado eso. Y para muchos de nosotros como adultos es algo que dejamos de experimentar ya. Así que creo que también hay un dejo de nostalgia en todo ello. Es bello, pero también devastador.

En México, algunos cineastas han empezado a preguntarse justamente sobre cómo conectar más el lenguaje de la ternura con el quehacer cinematográfico, y que los sets de filmación también se conviertan en espacios de conexión, en lugar de lugares con ritos de paso que generen violencia o soledad. ¿Cómo ha evolucionado en este sentido tu lenguaje a la hora de hacer películas y qué has aprendido sobre tu propia vulnerabilidad como cineasta?

Sí… creo que la revolución también puede ser suave. Tendemos a pensar que debe ser ruda y brutal, pero también puede ser tierna. Creo que por mucho tiempo creí que mi ternura y mi vulnerabilidad eran mi debilidad. Ya no lo pienso así. Hoy creo en la fuerza de la vulnerabilidad. Cuando estaba creciendo pensaba que era algo que debía esconder. De verdad pienso en que deberíamos creer más en la ternura de los hombres. Los representamos frecuentemente solo como fuentes de brutalidad, mientras yo estoy rodeado por personas que son todo lo contrario. Hoy hay esta increíble ola de feminismo, necesaria que desconstruye el patriarcado y la cultura de lo dominante de la que los hombres también son víctimas, no solo perpetradores.

Y en cuanto al cine hay un dicho en la que creo bastante. Es un ideal, claro, y yo soy perfectible. Cometo muchos errores, pero dice así: quien quiere ir rápido va solo, quien quiere llegar lejos va a acompañado. Y creo que esa es la forma de hacer películas.

Close, del cineasta belga Lukas Dhont.

Esta película es sobre masculinidad, pero también sobre la fragilidad de la amistad…

Sí, es decir, las amistades son increíblemente frágiles. Especialmente en esas edades, en que solemos romper cosas y relaciones porque no sabemos el impacto que esto tendrá y queremos pertenecer a un grupo y no tanto a una sola persona. El corazón roto por una amistad es una sensación increíblemente fuerte, y a pesar de eso suele no ser tan retratada en cine como el desamor de pareja. Como seres humanos, cuando crecemos vamos transformándonos y esa transformación requiere de distintas personas en nuestras vidas. Así que sí, hay mucha fragilidad en nuestras amistades.

La cercanía entre Leo y Remi es evidente, pero nosotros como espectadores también estamos cerca de ellos: vemos cada una de sus expresiones faciales en close ups, la cámara también está cerca. ¿Cómo trabajaste de la mano con el cinefotógrafo Frank van den Eeden y los actores para lograr es intimidad?

Creo que fue porque ensayamos cerca de seis meses e incluí a la cámara desde el primer mes. Empiezo a filmar mientras pasamos tiempos juntos, así que la cámara se convierte en una suerte de extensión de nosotros mismos y de nuestro tiempo juntos. Se vuelve una objeto orgánico que está presente mientras estamos ahí, siendo nosotros, y no cuando estamos interpretando o actuando. Lo que empezó a suceder es que las líneas de lo documental y la ficción comienzan a borrarse.

Conforme los actores empiezan a acostumbrarse a la cámara, hay esta transparencia que ocurre porque les ha dejado de importar la presencia de la misma. Y llegamos a un punto en el que se permiten mostrar emociones. Tiene que ver con la creación de comodidad y confianza pero también con crear una relación distinta con la cámara y eso solo se puede lograr si te das el tiempo para hacerlo. Y quise dedicar mucho tiempo a eso porque esta película es sobre implosiones, sobre cosas no dichas por lo que debíamos poder verlo en sus gestos, en sus rostros.

Close, del cineasta belga Lukas Dhont.

Con respecto a la cinematografía, Close también se expresa mediante colores como el rojo, el magenta, las flores. ¿Qué buscabas lograr con esa paleta de tonalidades?

¿Sabes? Cuando yo era niño, mi mamá era una maestra y en su tiempo libre siempre pintaba. Me sentaba al lado de ella, por lo que desde chico me di cuenta de cómo la creatividad está ligada a la expresión por medio del color. Y aunque creo que tengo un estilo muy documental de aproximarme a los actores, suelo también buscar un acercamiento estilizado en el lenguaje visual de la película, en donde el color y la luz son simbólicos. Por ejemplo, en los campos de flores, los colores son como de un cuento de acuarela, uno que se interrumpe cuando la trama se transforma. Cuando estas máquinas llegan al campo, y las flores son cortadas, dejan lugar a la tierra que se anuncia de forma distinta. Un poco como la secuencia inicial en Blue Velvet de David Lynch.

En la mitad de la película hay un momento en donde necesitaba el impacto de la violencia, pero no quiero mostrarla, quiero encender tu imaginación, entonces surgió esta idea de la puerta entreabierta, una puerta que ha sido franqueada y que está rota porque alguien quería entrar a ese cuarto con desesperación. Pensé que eso podía funcionar bien si también había este rojo en las paredes, algo que nos diera esa sensación inquietante.

Otro ejemplo es el vestuario de Leo, que empieza con blancos. Un símbolo de la inocencia de la infancia. Conforma avanza la película su ropa empieza a oscurecerse a amarillos sucios, cafés. Es la representación de la pérdida de la inocencia.

Close, del cineasta belga Lukas Dhont.

Close ya se puede ver en algunas salas comerciales mexicanas como la Cineteca Nacional
la Cineteca Guadalajara, la Cineteca Monterrey, el Cine Tonalá y la Casa del Cine. El 21 de abril estrenará en la plataforma MUBI.

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