Los anillos de poder alcanzó la mitad de su primera temporada con el episodio 4 y por primera vez se nota que quizás el material origen es un tanto complejo para realizar una adaptación lineal. Desde muy temprano el año pasado escuchamos que los creativos detrás de la serie pretendían tomar varios puntos relevantes de los apéndices de Tolkien para crear su aventura propia. Esto significó realizar muchos cambios y unir varios puntos históricos con sucesos añadidos. Si bien hasta el momento la serie no ha fallado en la creación de sus propias narrativas y personajes, por primera vez muestra sus flaquezas.
El episodio inicia con un ominoso presagio de cataclismo y destrucción. La reina Miriel (Cynthia Addai-Robinson) de Númenor revela a Galadriel (Morfydd Clark) por qué se niega a retomar la antigua alianza con los elfos. Lo anterior tiene como consecuencia que la elfa guerrera no reciba la ayuda que implora para poder regresar a la Tierra Media con un ejército para combatir al enemigo.
Mientras tanto Isildur (Maxim Baldry) lidia con una problemática que le obliga a abandonar su lugar dentro de la embarcación militar más importante de la ciudad. Al mismo tiempo su hermana Eärien (Ema Horvath) se involucra en lo que parecen ser los inicios de un romance con el hijo del canciller. Todo ocurre en la ciudad de Númenor, a la par que Halbrand continúa encerrado en una celda.
Cruzando el mar, en la Tierra Media, Elrond (Robert Aramayo) está determinado a descubrir aquello que su amigo Durin IV (Owain Arthur) oculta en su montaña. Un descubrimiento que podría unir su amistad todavía más, o quizás poner en conflicto a ambos pueblos.
En las tierras del sur los humanos llegaron a la antigua torre de vigilancia de los elfos. El grupo se enfrenta un desabasto de alimentos. Por lo que Theo (Tyroe Muhafidin) se ofrece a regresar a la aldea para vaciar las despensas que -por alguna razón inexplicable- dejaron llenas antes de emigrar. El adolescente es temerario tiene en su poder un arma creada por Sauron. Misma que revitaliza cada que obtiene un poco de sangre de su portador.
Prisionero, Arondir (Ismael Cruz Córdova) descubre que los Orcos tienen un lider al que llaman padre. Adar (Joseph Mawle) no es otro que un elfo corrompido que poco explica de su historia y que simplemente sugiere que existen muchas mentiras dichas sobre el enemigo. Resuelve en dejar ir al elfo para llevar un mensaje que augura simplemente la destrucción.
Como se pudo leer en párrafos anteriores, la serie trabaja con un gran número de narrativas y personajes. Por lo que resulta inexplicable que, a pesar del contenido puesto sobre la mesa, en el episodio se perciba como si realmente no pasara nada. El guion de la serie al fin muestra sus flaquezas y evidencia que quizás fue mala idea querer abarcar tantos momentos icónicos de la Segunda Edad en una historia construída con un exceso de elementos.
Si bien el episodio 4 de Los anillos de poder no es un desastre, por vez primera se siente un bajón en argumento y puesta en escena. Es como si estuviéramos ante un capítulo de transición que, sin embargo, no debería ser tal. Teniendo tantos personajes en escena y tantas historias resulta un poco frustrante que no tenga mucho para mostrar o desarrollar.
Justo durante sus primeros minutos se muestra en escena -y todo esplendor- una amenaza que se cierne sobre el reino insular. Las supuestas implicaciones de la profecía no terminan de dar lugar a nada concreto, salvo el cambiar de parecer de la reina de Númenor. El fallo es que la serie da por hecho que los fans conocen dicho evento y no se toma el tiempo de explorarlo o desarrollar algo extra sobre él para el resto del público.
Por otro lado, el descubrimiento del Mithril a manos de los enanos, es sin duda un elemento importante dentro de la mitología de Tolkien. Si bien este episodio lo manejó de la manera correcta (a pesar de no corresponder a la temporalidad de la historia), todo el asunto es solo un grano de arena que sumará al conflicto mayúsculo de la serie. Y en general todo lo que sucede en este episodio son granos dispersos que prometen sumar para más adelante. Algo que no justifica su duración de más de 70 minutos.
En cuestiones de producción los efectos visuales no han decaído. Todas las locaciones, los maquillajes de los enemigos y la banda sonora continúan por el camino de lo espectacular. No obstante, en esta ocasión la puesta en escena no estuvo a la altura. De nueva cuenta se nota la ausencia de un director más experimentado como J.A. Bayona. En este episodio dirigido por Wayne Yip, existen varias tomas que lucen extrañas o poco inspiradas. Que tratan de forzar una espectacularidad visual que esté a la altura de los efectos.
Desde luego el episodio tiene su puntos álgidos. El diálogo parece estar siempre a la altura de los escritos de Tolkien. Lo que flaquea brevemente en contenido de la historia, lo compensa con las personalidades de sus personajes y en su capacidad para recitar diálogos que resultan muy satisfactorios. En la misma línea, todo el elenco está como punta de lanza. Cada actor entiende su papel a la perfección y con cada escena añaden una conexión nueva con el público.
Lo anterior resulta en que el episodio sea entretenido y ameno. Finalmente todavía se consigue que haya un interés por el destino de los personajes (de unos más que otros). Algunas secuencias son dignas de mención. Como aquella que aparece justo antes de los créditos. Ese breve momento en donde la música, las imágenes y el contenido de la trama se funden para crear escenas memorables.
La historia de Los anillos de poder avanza sin duda, pero solo brinda detalles. Los primeros tres episodios fueron un tanto introductorios, presentando lugares, personajes y situaciones en la línea de meta. Pero cuando se trató de ponerlos a trabajar se nota poca coordinación y un pulso narrativo más común, no correspondiente a la serie más cara de la historia. Quizás se trate solo de un pequeño tropiezo en el camino de algo todavía más grande. Aún no es momento de perder la fe en la serie.
Los anillos de poder estrena un nuevo episodio todos los viernes.
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