La acción no para, pero el drama tampoco. Nos sentimos tristes por lo que vemos en pantalla, pero al mismo tiempo la adrenalina corre por nuestras venas a cada fotograma. Si hablamos de cintas que nos hacen pasar por varios estados de ánimo, Amenaza explosiva es una película muy efectiva al momento de querer provocar eso en la audiencia. Por supuesto que, a lo largo de la existencia del subgénero de acción, se han lanzado numerosos proyectos que tienen esta habilidad para transitar la delgada línea entre el caos y la solidez sin perder el balance y esto ya no es nuevo. Al menos este año, este es uno que lo logra con creces.
La premisa es simple en exceso. No es descabellado resaltar que, tal vez, sólo tal vez, la intención del equipo creativo detrás de la cinta era esa precisamente ésa: tomar una base que ya ha sido explotada hasta el cansancio y darle pequeñas vueltas en los apartados visuales y narrativos. Tantear el terreno y ver qué tanto la audiencia puede conectar con la propuesta. La sorpresa es que funciona.
Conocemos a Lee Seong-gyu (Jo Woo-jin), un exitoso ejecutivo financiero que, un día, mientras lleva a sus hijos a la escuela, recibe una llamada misteriosa de un individuo que le comunica que puso una bomba en su auto. Si se levanta de su asiento, explota; si se lo dice a alguien más, explota. Tiene que entregarle una fuerte suma de dinero al maleante para que este desactive el detonador y la familia del protagonista salga ilesa.
Crítica de la película Amenaza explosiva
Si bien peca de cierta falta de originalidad, empezando por enmarcar su conflicto en una situación tan desgastada como la del extorsionador y la bomba sensible al movimiento, el filme sale avante en su misión de apelar a nuestra sensación de asombro mediante técnicas innovadoras. Se agradece, por ejemplo, que el director, Kim Chang-ju, haya optado por situar la acción casi completamente dentro del auto. Todo lo que sucede en el ajetreado día de los protagonistas nos provoca una creciente claustrofobia que no da tregua ni un segundo. Además, ver la ciudad de Busán retratada desde las ventanas resulta, aunque no lo parezca, refrescante.
Las persecuciones también adquieren un nuevo nivel de intensidad cuando son vistas desde el interior. Aunque, sin duda, el punto máximo de locura ocurre cuando, en una de las pocas veces en las que se decide retratar lo que sucede afuera, en realidad se utiliza el tiempo para ponernos al ras del pavimento, en una toma de punto de vista. Sin previo aviso, se nos muestra cómo se mueven las ruedas del vehículo mientras están en contacto con las líneas blancas pintadas. Totalmente delirante. La fotografía de Kim Tae-soo y la edición de Kim Chang-ju se mezclan de forma efectiva para hacer latir nuestro corazón hasta que casi se detiene.
Pero, de pronto, sangre, sudor, lágrimas, tonalidades grises. Angustia pura por el hecho de que el hijo pequeño de Seong-gyu tiene clavada una esquirla de vidrio en la pierna y lucha por su vida; o angustia porque su hija se pasó al asiento de copiloto y activó otra bomba que no sabían que existía. Y ahí es cuando nos damos cuenta de que aquí, el héroe no es un policía que casualmente sabía cómo hacerle frente a la situación, aquí, quien salva el día es una persona que escapa a las trampas de la inverosimilitud. Aunque todo lo demás sea trillado, su naturalidad hace que nos preocupemos. En eso, la película Amenaza explosiva cumple. En eso y en hacernos sudar sin parar durante 1 hora y 34 minutos.
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